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Patata, Solanum tuberosum L., (Centro Botánico de Juzbado) |
Si la leyenda de la patata en los inicios de su introducción en Europa la tildaba de planta diabólica capaz de producir infinidad de enfermedades como la lepra, viruela, etc. allá en su lugar de origen, esta leyenda fue muy distinta. Se cuenta que en los primeros tiempos los Incas vivían del trabajo de la tierra y que, cuando llegaba la época de recolección, eran invadidos por otras tribus que les robaban todo el fruto de su trabajo. El pueblo Inca estaba débil y hambriento, lo que propiciaba nuevas invasiones.
Los Incas rezaron entonces a su dios Ilya- Tiquisi Wiracoca Pacayacacic (Antiguo Cimiento, Señor, Instructor del Mundo) y el dios les dio unas semillas para que las sembraran. Cuando se desarrollaron las plantas, los invasores les atacaron de nuevo, cogieron los frutos de la nueva planta y cuando los comieron cayeron todos enfermos.
Siguiendo las indicaciones de su dios, recogieron entonces lo que había quedado bajo tierra, comieron las papas, recuperaron las fuerzas que les habían faltado en los años de represión, se enfrentaron a los dominadores ahora débiles y acabaron con ellos.
Comenzó así a florecer el pueblo Inca y el culto al dios salvador, castellanizado como Viracocha, deidad creadora y omnipresente que animaba el universo dotando de vida a los seres humanos, animales, plantas y dioses menores. Y así fue como comenzó el cultivo de la papa, el alimento del pueblo.